martes, 7 de agosto de 2007

Un cuento... EL PARAGUAS



Dedicado con todo mi cariño, a todas las personas que con su dedicación y amor hacen más felices a las personas enfermas.


Agosto 1933, nace Mª Luisa, en el barrio de Raval, en Barcelona. Sus padres, ya desde niña, fantaseaban entre ellos de con quien se iba a casar: "un rico empresario, quizás un médico", para que su pequeña hija no tuviera nunca que pasar las penurias que ellos estaban todavía pasando, y así de paso también mejorarían ellos su posición económica.
Cuando Mª Luisa, tenía 20 años se había convertido en una preciosa jovencita, auténtica, simpática, y según papá, en la más guapa de todas. La rondaban muchos jóvenes, pero finalmente y por casi imposición de sus padres, Mª Luisa inicio su noviazgo, con Santiago, un rico empresario gallego, dedicado al mundo de la construcción. Su padre estaba encantado, tenían la vida resuelta!, pero a los pocos meses… llegó la niña con malas noticias: “Padre, lo he dejado, no me gusta , no lo quiero”. El padre, le montó un auténtico espectáculo, explicándole todos los inconvenientes que esto suponía, y Mª Luisa no paraba de llorar, ¿y el amor padre y el amor?, con eso no comerás hija.
Pasaron dos años desde entonces, hasta que un día y en medio de una gran tormenta, Mª Luisa conoció a Ginés, que la cobijó de la abundante lluvia, y a los pocos días se habían enamorado. Ginés una buena persona, con un corazón que no le cabía en el pecho, adoraba a Mª Luisa, y todo fue bien hasta que… hubo que hacer las presentaciones. Al decir Ginés que era albañil, su padre no quiso ni mirarlo, se negó en rotundo a dar su aprobación, a una relación que no les iba ha aportar nada ni a su hija ni a ellos. Mª Luisa le contó a su padre, que ella siempre llevaba paraguas y ese día lo había olvidado, no puede ser la casualidad padre, no puede ser.
Se casaron a los 3 años y sus padres no asistieron a la boda. A los pocos meses Mª Luisa, tuvo un accidente de tráfico… sus ojos ya no podían ver, su cuerpo apenas se podía mover. Mª Luisa pasaría el resto de su vida…enferma. Su amoroso esposo cuidaba de ella con esmero y dedicación, siempre que podía le leía pequeños relatos, le daba suaves masajes en las manos, y le decía lo mucho que la amaba y lo feliz que era a su lado.
Cuarenta años después Mª Luisa fallecía feliz, a lado de sus padres y esposo.En su lecho de muerte… su padre le pidió perdón, por su gran error, Ginés había sido el mejor de los maridos."Ya te dije padre, cuando conocí a Ginés… que aquel día… no me olvidé el paraguas por casualidad.”(ABP)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi mujer está cuidandome desde los 30, en la actualidad tengo 62 y sus cuidados son lo que me han hecho sobrevivir, en los momentos que he querido dejar esta vida. Un recuerdo precioso acordarse de los cuidadores. Sigue así, te leere pronto. Salvador G.

Anónimo dijo...

la casualidad no existe, Mª Luisa siguió bien las señales. Me gustan mucho tus cuentos. Andreu

Anónimo dijo...

Es lunes, me acabo de despertar he entrado en el blog y con ese corazón abierto que tenemos cuando tenemos diecisiete años que todo nos conmueve, que todo nos hace pensar ...asi salgo feliz de sentir y ver que hay personas que sienten por los cuatro costados.
Un abrazo y hasta pronto.

Anónimo dijo...

M´encantan les teves historias Amor. Segueix així.Felicitats